.
los pesos incólumes de la nada
que se convierte en todo
cuando la amargura de la tristeza
se me instala entre las vertebras
cervicales..
Vuelvo mis ojos
no al cielo
sino al semejante
que se me oculta entre
los resquicios de la ciudad-humanidad.
Me saco el cuero
y la carne roja
se expone...
El aire cortante
hace que mis heridas
lloren...
Ya no puedo...
ya no...
Ya no hay más...
Solo queda el último aliento
que posiblemente se evapore
cuando este sol pleno
llegue al cenit
y sus rayos molestos
por reflexión lleguen
a mi cuarto cerrado
e intenten
iluminar
los restos
de mi cadáver
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